¿Una forma rápida de encontrar la respuesta? Dale a tus recuerdos un control de la realidad equilibrando lo positivo con lo negativo, o tal vez lo neutral. Si estás recordando una relación pasada “perfecta”, por ejemplo, Frank recomienda identificar (en voz alta o en un diario) cinco cosas que no eran exactamente el tema de las novelas románticas. Lo mismo ocurre con los trabajos de “sueños” anteriores, o una ciudad en la que vivió y se fue por razones válidas. El objetivo, dice, no es insistir en la negatividad, sino equilibrar los buenos recuerdos con los no tan buenos (o el promedio) para tener una idea más clara de lo que realmente ocurrió. De esa manera, es menos probable que idealices el pasado y, como resultado, sientas que el presente no está a la altura.
Reconoce lo que eres en realidad desaparecido.
Mire sus recuerdos aparentemente soñadores y pregúntese qué, exactamente, extraña de esos tiempos. “Tal vez te sentiste amado o tal vez te emocionaste con lo que estabas haciendo”, Nancy Colier, LCSW, autora de No puedo dejar de pensar: cómo dejar ir la ansiedad y liberarse de la rumia obsesiva, se dice a sí mismo. Identificar las raíces de tu nostalgia puede ayudarte a recrear situaciones similares que pueden traerte algunos de los mismos sentimientos de alegría que anhelas.
Por ejemplo, si anhelas el sentido de comunidad que sentías cuando tú y tus compañeros de trabajo solían ir al pub local todos los jueves después del trabajo, tal vez puedas crear una reunión similar en tu nuevo trabajo. O si está recordando el olor a humedad del papel periódico en la tienda de historietas del vecindario que frecuentaba cuando era preadolescente, programe un tiempo para volver a leer viejos favoritos. ¿Extrañas tener una pareja con quien pasar el rato y viajar? Podría ser el momento de buscar una nueva relación (o simplemente reservar unas vacaciones con tus mejores amigos si lo que buscas es el sello del pasaporte).
Por supuesto, es posible que no pueda recrear exactamente las mismas circunstancias de su pasado, debido a la edad, nuevas responsabilidades o la pérdida de una persona o mascota, por ejemplo. En esos casos, Colier recomienda tener compasión por el “proceso de cambio y pérdida de identidad” que es parte de la experiencia humana. “Tal vez ya no puedas ir a la universidad y correr ese triatlón”, dice ella. “Este viaje humano está lleno de fluidez y pérdida, y el cambio es la única constante”. El simple hecho de reconocer eso y reconocer la belleza del pasado puede ayudarlo a mantenerse conectado con él y brindarle paz. “Puedes pensar, ‘Vaya, qué época’, y solo porque no pueda vivirla ahora no significa que no exista dentro de mí”, dice.
No fuerces la gratitud.
Hacer un inventario de las cosas por las que está agradecido puede generar beneficios para la salud mental, como reducir el estrés y dormir mejor, como se informó anteriormente. Pero puede ser difícil fomentar la gratitud cuando tu situación es, de hecho, bastante terrible. Tal vez tu pasado realmente era mucho mejor: vivió la mayor parte de su vida en perfecta salud, digamos, y de repente se enfrenta a una enfermedad grave, o perdió a un ser querido y su mundo se sintió mejor con ellos en él. En ese caso, aceptar el hecho de que el presente es incómodo es una mejor estrategia que forzarte a ver un “lado positivo”, dice Frank. Este tipo de negación es una forma de positividad tóxica que solo invalidará tu verdadero dolor y te mantendrá atascado, agrega.
Si estás atrapado en un pasado más positivo porque tu realidad actual es basura, en lugar de hacer una lista diaria de gratitud, Frank sugiere tratar de aceptar que hoy puede ser difícil, al tiempo que reconoce que no durará para siempre. “La alegría vendrá de nuevo”, dice ella. “Pero si tratas de hacerte sentir alegría, no vas a lograrlo”. Por el contrario, si eres fácil contigo mismo y sientes todos tus sentimientos, es más probable que te cures y sigas adelante, agrega.
Sumérgete en el momento.
Una forma de despegarse del pasado es plantarse firmemente en el presente a través de la atención plena, dice Coleman. La meditación formal es una forma de hacerlo, pero si meditar no es lo tuyo, puedes experimentar con métodos alternativos. Puede probar un ejercicio de diario guiado, por ejemplo, o simplemente ser más consciente mientras come, tomándose su tiempo y prestando atención a las sensaciones y sabores.