“He tocado algo y me voy a contaminar, me tengo que lavar o le va a pasar algo a alguien de mi familia”, “No he cerrado bien el gas, podría provocar un incendio”. Estos y otros pensamientos son los que pueden invadir la mente de una persona con TOC, un trastorno de salud mental que genera ideas “intrusivas”. Son las obsesiones las que dan lugar a la ansiedad.
Lo explica a EFESalud el investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) Carles Soriano. Y de esa fuerte obsesión surge una compulsión con el objetivo de frenar esa ansiedad.
“Piensan que las consecuencias de estar contaminados son muy graves. Además, la compulsión es un comportamiento repetitivo que no termina, nunca termina, las personas con esta obsesión pueden incluso lavarse las manos hasta sangrar”, añade Soriano sobre este trastorno.
La persona, por ejemplo, que tiene miedo de dejar abierto el grifo del gas, comprobará una y otra vez que esté bien cerrado. Se irá, volverá, se irá, siempre tendrá dudas…
“Se queda atrapada en un bucle por una preocupación, no tiene forma de resolverla. El TOC es la enfermedad de la duda, siempre hay una duda. puede convertirse en un horror incapacitante”, apunta por su parte el psicólogo clínico Rafael Santandreu a EFE Salud.
TOC, manía, otros trastornos…
El TOC más conocido por orden de frecuencia es precisamente el de la limpieza: la persona se limpia y se limpia porque tiene la duda amenazante de si se ha contagiado al tocar una superficie. Pero también el de la hipocondría y el orden, según Santandreu.
En realidad, coinciden ambos expertos, debe haber millones porque quienes lo padecen pueden “entrar en TOC con cualquier cosa”.
Y también hay diferentes grados de TOC, desde un trastorno más leve hasta uno que es mucho más fuerte y más presente.
Santandreu señala que la gente confunde un comportamiento un poco supersticioso o una manía con el TOC cuando “no tiene nada que ver”.
“Me han preguntado diez millones de veces si lo que hace Rafa Nadal cuando saca es un golpe y no lo es”, asegura este experto. La diferencia es que “puedes tener pequeños rituales, hobbies, pero no te provocan mucha ansiedad si no los haces, pero en el TOC sí”.
Con el trastorno TOC, si la persona no impone la ansiedad, es insoportable.
Tampoco una persona perfeccionista tiene que tener TOC. “La diferencia es absoluta, porque el perfeccionista no tiene una duda-amenaza irracional todo el tiempo, esa es la diferencia”, subraya Santandreu.
Y una persona que está ansiosa o se preocupa mucho por las cosas tampoco tiene TOC. En el caso del trastorno obsesivo-compulsivo, la preocupación con la que se engancha es siempre la misma. Puede estar así varios años y luego cambiar a otro.
“Cuando una persona está simplemente preocupada, se preocupa por cualquier cosa, con muchas cosas diferentes que varían a lo largo del día”, zanja Santandreu.
¿Qué sucede en un cerebro con TOC?
Los investigadores saben poco sobre lo que sucede en un cerebro con TOC.
El cerebro se puede dividir en dos grandes partes: la corteza que está por fuera y las estructuras que están por dentro, las llamadas subcorticales, detalla Soriano.

Dentro de estos últimos existen unos muy específicos conocidos como núcleos estriados, implicados en diversas patologías neurológicas como el Parkinson, por ejemplo. Estos núcleos son muy variados, prosigue la investigadora del IDIBELL, y participan en muchos comportamientos: hay un núcleo que participa en cuestiones motrices, otro en la memoria, entre otros.
En el TOC, se altera la conexión entre los núcleos estriados y la corteza, especialmente la corteza frontal.
“Hay una hiperexcitación de esta conectividad entre los núcleos estriados y la corteza y dependiendo de qué parte del cuerpo estriado esté alterada, ya sea la que está más relacionada con problemas motores o problemas de memoria o refuerzo, los síntomas del TOC podrían diferir. un poco. poco”, destaca Soriano.
Como es tratado?
Generalmente se trata con terapia farmacológica o psicológica, ya sea por separado o en combinación. En casos más extremos con cirugía.
“Muchas personas resuelven el TOC solo con terapia psicológica, pero hay personas que confían en los psicofármacos, que suelen ser un tipo de antipresivos que reducen los síntomas, en algunos pequeños casos los elimina por completo, pero siempre y cuando los tomes, claro. ”, expone Santandreu, que además de escribir un libro sobre este trastorno -Fearless- ha escrito el prólogo del libro de Jeffrey Schwartz ‘Unlock your brain’.
Por su parte, el investigador del IDIBELL destaca que todas las guías internacionales recomiendan que la primera estrategia para afrontar el trastorno TOC sea la psicológica.

Y dentro de las terapias psicológicas que mejor funcionan están las denominadas conductuales-conductuales.
“Están expuestos a la situación que les provoca obsesiones como, por ejemplo, vamos a impedir que ordenes las cosas o cuentes. Se trata de que la persona experimente ese malestar y deje pasar el tiempo y que esa ansiedad no esté realmente asociada a las consecuencias negativas que cree que van a ocurrir”.
De esta forma, rompen la asociación entre no haber realizado la compulsión y la supuesta consecuencia negativa.
¿Y en los niños?
El TOC también puede aparecer en la infancia. Puede comenzar con algún estresor o algún cambio en el desarrollo, por ejemplo, niñas con menarquia, cuando inician la pubertad. “Es un punto crítico”. Para los niños puede empezar un poco antes, alrededor de los ocho o nueve años.
Luego hay otro pico para el inicio del TOC, que suele ser en la edad adulta temprana. “Es relativamente raro que a la gente le empiece el TOC más tarde, porque hay gente que se diagnostica más tarde pero porque no ha ido antes a un psicólogo o psiquiatra”, añade Soriano.

El experto aclara que todos los niños pasan por un periodo normal de desarrollo en el que manifiestan síntomas obsesivos, como no pisar las líneas blancas del paso de cebra o tocar todos los postes de una valla.
En principio eso no es preocupante, además, desaparece con el tiempo. “No hay que alarmarse y los padres cuando vean estos síntomas los lleven al pediatra. La mayoría de los padres son conscientes de que una conducta de este tipo está perturbando la vida normal de la familia o el rendimiento académico del hijo”, matiza la investigadora del IDIBELL.
“No sabía lo que me pasaba”
Miguel -nombre ficticio- tiene 39 años. Él es un periodista. Fue diagnosticado con TOC en 2012, según contó a EFESalud. Desde niño siempre ha sido muy obsesivo. “Era monaguillo y mentalmente siempre tenía que rezar el perfecto Padre Nuestro, pero no le daba importancia a ese comportamiento”.
Así, hasta que de adulto, al romper con una pareja, empezó “un pensamiento intrusivo”: “¿Y si me he contagiado de VIH?”.
“Al principio dije, qué tontería, pero el pensamiento seguía ahí. Es como si estuvieran tocando a la puerta todo el tiempo, ‘pumpumpum’, y no quieres hacer caso y al final dejas que pase y te embarras por completo”, recuerda Miguel.
Después de buscar compulsivamente información, comenzó a hacerse pruebas de VIH, el resultado negativo que salía una y otra vez no valía la pena. Llegaba a recibir hasta cuatro y cinco por semana. “Entras en un bucle sin fin, cada vez que haces un examen es una compulsión más, estás alimentando la bola del TOC”, dice ella.
Y empezó otra idea intrusa que fue la que lo hundió, desplazó a la del VIH. ¿Y si era capaz de atacar a su madre? “Empecé a pensar ¿y si soy un psicópata?” Miguel evitó estar a solas con ella solo por ese pensamiento.
“No sabía lo que me estaba pasando y tenía depresión porque no era yo. Soy una persona alegre, alegre, extrovertida…”, abunda Miguel. En ese momento decidió acudir al psiquiatra, quien dio su nombre y apellido a lo que le estaba pasando: TOC.
A partir de ahí empezó terapia y mejoró. No se lo ha dicho a todos los que le rodean. Algunos amigos cercanos lo saben, sus padres y su jefe. De hecho, aunque está a punto de dar el paso, prefiere hablar bajo un nombre ficticio porque considera que el desorden estigmatiza.
“He tenido algunos momentos bastante buenos, pero en general diría que casi el 95 % de los días desde que me diagnosticaron tengo pensamientos intrusivos. Es una lucha titánica, se necesita mucha fuerza de voluntad y perder el miedo. Para mí, la palabra clave para el TOC es miedo exagerado”, admite.
Miguel ha tenido momentos mejores y peores, pero las reuniones que tiene los sábados en la asociación TOC Madrid también le han ayudado mucho: “Presentas puntos de vista, ves los problemas de los demás, ves que tienen una obsesión por ti”. ya lo han tenido y les puedes dar pautas, es muy enriquecedor”.