Se está convirtiendo en un hábito: el uso del móvil en los bebés, sobre todo para controlar sus rabietas, se está volviendo normal. ¿Somos conscientes de lo que puede suponer para los más pequeños?
A menudo demonizado, nuevas tecnologías han traído consigo un cambio de paradigma no sólo en la comunicación, sino también en educación: el uso del móvil para distraernos se ha normalizado en nuestro día a día, aunque es ahora cuando los bebés entran en la ecuación. ¿Es buena idea recurrir a las pantallas a estas edades?
En EFEsalud tenemos Javier Tubío, profesor del Máster Universitario en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) para conocer los riesgos que conllevan estas prácticas y aprender a gestionar el uso de pantallas en los más pequeños.
Una solución a corto plazo
Lo más fácil es distraer al niño con una pantalla, pero convertirlo en un hábito es peligroso. Este es el mensaje que brinda el profesor Tubío, quien destaca la importancia de que los bebés aprendan a vivir con sus emociones, sin motivos como “calmantes pasivos“.
“Todo lo que hacemos, nuestros comportamientos y experiencias, tiene un impacto en nuestro desarrollo. Puede que estemos biológicamente determinados, pero sin nuestro entorno y sin interacción con él, esto no es nada”, explica la psicóloga.
Si nuestros comportamientos y experiencias son determinantes en nuestro desarrollo, la interacción con las pantallas lo es en la misma medida.
¿Cuáles son las consecuencias del uso temprano del móvil?
Pero antes de satanizar los dispositivos móviles, hay que destacar cómo la incorporación de las nuevas tecnologías en nuestro día a día ha condicionado la forma en la que se desarrollan los más pequeños. Como apunta Javier Tubío, no siempre para mal.
La psicóloga explica que aunque ahora los bebés empiezan a hablar más tarde, han desarrollado habilidades digitales más rápido y más eficientemente.
Por ejemplo, las nuevas generaciones tienen una mejor capacidad de atención dividida, algo que antes no se observaba en los niños pequeños.
Hasta dos años sin pantallas
Pero, en cualquier caso, si en algo coinciden los expertos es en que los niños no deben utilizar pantallas hasta los dos años. Por supuesto, en un mundo digitalizado, no es una tarea fácil.
“Es muy difícil cumplir. De hecho, solo el 24% de los padres han informado seguir estas recomendaciones”, dice Tubío.
¿Por qué los móviles no deberían ser una opción para calmar a los bebés?
Hay situaciones en las que quizás no nos quede más remedio que recurrir a una solución rápida. Pero la cuestión es que se trata de algo puntual, insólito. Porque de lo contrario estaríamos alimentando un círculo vicioso:
- No aprende a lidiar con la situación.
- Este tipo de comportamiento se refuerza proporcionando una recompensa. (en este caso, la pantalla)
- Aprende que la manera de conseguir algo es desde la rabieta.
Desarrollamos a través de la experiencia
El motivo por el que insisten en el peligro que puede suponer para el desarrollo cognitivo el uso del móvil en los bebés es precisamente porque no aprenden a gestionar situaciones.
Existen etapas críticas en el desarrollo del cerebro en las que se aprenden estrategias fundamentales para la vida en sociedad, habilidades ejecutivas que regulan la conducta a posteriori.
“Digamos que son directores de orquestaplanifican el comportamiento, guían las emociones para no actuar de forma exagerada”, apunta el experto.
Estas habilidades ejecutivas, a pesar de estar biológicamente determinadas, también dependen de la experiencia. Y si el niño no se expone a ellas, sino que recurre a estrategias de distracción pasiva, no aprende a lidiar con sus propias emociones.
¿Cómo actúo ante una rabieta?
Por eso, aunque sea fácil, debemos evitar utilizar el móvil como distracción ante el enfado o la frustración del niño. La especialista en neuropsicología indica dos formas de abordar la rabieta:
- Tener la rabieta y verbalizarla: ¿Qué sucede contigo? ¿Por qué estás enojado?
- Dependiendo de la edad, será posible o no que el pequeño verbalice sus emociones. La cuestión sería intentar que el niño identifique lo que le ocurre y reaccione ante ello de forma sana, natural e independiente.
- Estrategias activas para lidiar con tus emociones: Saltar, caminar, abrazar.
- Busca que el pequeño se calme con determinados comportamientos y comprenda que debe adoptar un papel proactivo en cuanto a sus emociones y que las situaciones desagradables son normales, tienen nombre y se pueden reconocer y solucionar.
Adaptarse a la nueva realidad
No podemos ignorar que estamos ante un realidad digital, por lo que prescindir de las pantallas no es una opción. En este sentido, vuelve a entrar en juego el uso responsable de las nuevas tecnologías.
Y es que, tal y como indica el profesor de la UNIR, no tiene por qué suponer un problema si se gestiona bien: a tiempo, en su medida, dentro de las edades recomendadas y nunca como herramienta de distracción a la hora de manejar las emociones.