Cuando la intensidad del sol y el calor es constante, agobiante, incluso en horas de la noche, la única forma de evitar la deshidratación en un bebé con pocas semanas de vida será mediante la toma continuada de leche materna, cada una o dos horas. , y sin la condición previa de que haya demanda para el recién nacido
La leche materna, una barrera contra la deshidratación del bebé en verano
Cabe recordar que la Organización Mundial de la Salud recomienda que la alimentación de los recién nacidos y lactantes, hasta los seis meses de edad, se realice exclusivamente con leche materna, de la propia madre o donado por otra madrey, si no hay otro remedio, con fórmulas lácteas.
“Además, el bebé no necesitará otros alimentos, agua, suero ni ningún tipo de suplemento durante este periodo, salvo indicación médica”, señala el Dr. Manuel Sánchez Luna, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid. y presidente de la Sociedad Española de Neonatología (seNeo).
La madre evita la deshidratación del bebé
El verano es una época especialmente compleja para los más pequeños, sobre todo en nuestro entorno, donde las temperaturas son muy altas durante todo el día, con noches tropicales, en países como España.
Nuestro organismo contiene una proporción de agua del 70% en un bebé, que va disminuyendo progresivamente con la edad hasta alcanzar un valor aproximado del 55% del peso corporal.
Dos tercios del agua se encuentran en el interior de las células y el resto en el espacio extracelular, tanto en el espacio intersticial (entre células) como en el plasma sanguíneo.
“Existe una posibilidad real de que no percibamos este riesgo como una amenaza para los bebés lactantes porque los adultos ya estamos acostumbrados a estas altas temperaturas, incluso de noche, aunque sea a duras penas o tirando del aire acondicionado”, apunta la doctora. .
“En cambio, los recién nacidos han pasado nueve meses en la penumbra materna y en un ambiente idealmente hidratado. Al nacer, sienten molestias debido a la extrema intensidad de la luz y el calor, por lo que su organismo manejará muy mal la falta de líquidos.
No podemos olvidar que en un ambiente de altas temperaturas, más aún con poca humedad como ocurre en Madrid, la pérdida de líquido puede ser repentina en el bebé. Necesitan sentirse muy bien hidratados y dependen al 100% de la lactancia”.
Dr. Manuel Sánchez Luna
Para conservar el agua corporal asegurarse de que obtengan suficiente leche materna es vital. Para ello, las tomas deben ser muy frecuentes.
“Normalmente decimos a pedido, pero a veces esto puede no ser apropiado. Algunos recién nacidos no piden con gestos, movimientos y quejas para amamantar, o ya están deshidratados, y eso afecta su capacidad de demandar las tomas”, destaca.
“Les decimos a las madres, especialmente en los primeros días de vida de su bebé, que la cantidad de leche materna que producen no puede ser excesiva, por lo que deben poner a su bebé al pecho cada hora, dos horas… diez o doce veces al día, incluso sin esperar a que el bebé lo reclame”.
“Hay que tener mucho cuidado con la hidratación del bebé porque el centro cerebral que regula la sed (células osmorreceptoras) a veces está subdesarrollado en los recién nacidos. Por eso, las madres deben amamantar sin demanda, aunque sea en pequeñas tomas, para mantener hidratado a su bebé”, subraya.
Para controlar la hidratación, es importante vigilar el número de veces que el bebé moja los pañales.
“Es un buen recurso para la observación, ya que se deben mojar por lo menos de tres a cinco veces al día”, dice la especialista en neonatología.
El valor de la leche materna está determinado por su composición, que se adapta a las necesidades del lactante, y varía a lo largo de la lactancia, a lo largo del día, incluso a lo largo de cada toma. Es el alimento perfecto, ya que el tamaño de la barriga del bebé es pequeño.
El calostro es la primera leche; Contiene una gran cantidad de proteínas e inmunoglobulinas (sustancias antiinfecciosas) y aporta una gran cantidad de calorías.
En este mismo sentido, la composición de la leche cambia con cada toma: en la primera parte, la leche contiene más agua y azúcar, saciando así la sed del bebé. Posteriormente, su contenido en grasas aumenta gradualmente, aportando más calorías.
Madre bien hidratada, bebé bien hidratado
“Es imperdonable que las mamás estén bien hidratadas. Han sufrido mucha pérdida de líquidos durante el parto y, a su vez, la lactancia aumentará aún más la demanda de agua. Por eso, deben beber al menos 1,5 o 2 litros de líquidos al día”, explica el Dr. Manuel Sánchez Luna.
Su bebé recibirá así una prevención especial y añadida; que se verá reforzado si se tienen en cuenta una serie de hábitos saludables.
“A la hora de pasear o salir a la calle, las madres, los padres o los familiares tienen que prestar especial atención a la luz solar y su intensidad en verano, especialmente peligrosa la irradiación no solo por el mayor riesgo de deshidratación, sino también por el riesgo de quemaduras en la piel y daño retinal.
“El bebé no puede estar expuesto a la luz solar directa bajo ninguna circunstancia. El recién nacido no obtiene, en estas condiciones, ningún efecto beneficioso, aunque tradicionalmente se dice que ayuda a bajar la bilirrubina. Esto no solo no ha sido probado, sino que conlleva un riesgo elevado”, destaca.
Ante cualquier signo de alarma, como negativa a mamar, no mojar los pañales más de dos veces al día o sensación de irritabilidad o decaimiento excesivo, debe consultar a su pediatra.
“Además, se deben evitar las cremas cosméticas de protección solar y otras en los primeros meses de vida; y la temperatura del acondicionador de aire, cuando se utilice, se debe programar en un mínimo y máximo de 22 a 24 grados centígrados”, agrega.
Para finalizar, el Dr. Manuel Sánchez Luna destaca la importancia de la leche materna.
“Es el mejor alimento y la mejor bebida para el lactante durante los primeros meses de vida. Cubre todas las necesidades nutricionales para un buen desarrollo físico y asegura el establecimiento infranqueable del vínculo madre-hijo”.