Sergio García Soriano aporta una nueva letra al Alfabeto de Psicología que desarrolla en EFEsalud. Llega a la P, y ha decidido hablar de prejuicios
“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”
Einstein
Un prejuicio es un juicio previo antes de llegar al conocimiento. Es una actitud, predisposición o creencia que nos lleva a aceptar o rechazar personas o contenidos sin los elementos necesarios para formarnos una idea clara.
Un prejuicio es una forma distorsionada de observar y manejar la realidad dentro del ámbito de la ideología más que dentro del conocimiento.
Sin embargo, se basa en una base real, mezclada con información errónea, exagerada o generalizaciones producidas por una experiencia previa o ajena narrada por una figura emocional importante para la persona.
Esta es la razón por la que es difícil de eliminar, ya que la gente lo defiende con fuerza a pesar de que hay pruebas de lo contrario.
Ocasionalmente la actividad de pensar puede confundirse con reordenar prejuicios, siendo actividades contrarias.
El prejuicio se forma porque es una heurística, es decir, un atajo del pensamiento. Es más fácil hacerse una idea de antemano que tolerar la incertidumbre de saber por nosotros mismos, cuando una afirmación no se construye inmediatamente y es necesario un tiempo de investigación.
El sesgo también cumple una función y te introduce en una clase social o te da una identidad.
“Todos los españoles son divertidos y los alemanes puntuales”. Son prejuicios que forman parte de la cultura de un país convirtiéndose en tópicos. También puede ser un mecanismo de defensa. Prefiero pensar que “todos los hombres son iguales” para proteger la idea que me decía mi padre/madre o mi referente afectivo, y si no pienso así, siento que traicioné a mi familia.
No hay personas sin prejuicios porque son parte de las visiones que tenemos del mundo y eso puede estar mal.
Tener la humildad de reconocer que hay más puntos de vista que los propios y ser conscientes de elementos más informativos que pueden complicar lo que pensamos y sería el camino para poder flexibilizar nuestros prejuicios.
Cuando pensamos que hemos alcanzado la objetividad, eso es sinónimo de ser muy prejuiciosos o concluyentes.